¿Dónde está el Presidente?

Todos los días nos enteramos que la agenda del Presidente de la República se reduce a un par de reuniones y alguno que otro paseo al interior. El resto “está lleno de vacíos”, lo que constituye tal vez la parte divertida del accionar presidencial y sobre cuyo secreto se invocan razones de Estado. Los paraguayos sin embargo, queremos saber lo que hace nuestro empleado. Así de simple. Porque de su actividad -como de ningún otro aspecto- depende el prestigio de la Nación. Y porque la transparencia invocada desde las alturas del poder debe empezar por casa, con una clara relación de los actos del Jefe de Estado así como de la utilidad de los mismos. No queremos saber con quién se acuesta ni a qué hora, si al día siguiente lo tenemos “al pié del cañón” para las responsabilidades inherentes a la investidura. Por alguna razón tiene privilegios: casa, comida y gastos reservados; y hasta escoltas con sirenas para que pueda desplazarse con rapidez y seguridad por donde nosotros no podemos, gracias al infernal caos de todos los días. Esto no es poca cosa … pero el Presidente organiza las primeras reuniones de su jornada laboral, en casa. Es decir, en Mburuvicha róga y del hecho surge la primera duda: ¿dónde se encuentra la sede del Gobierno Nacional? Es donde duerme Don Horacio … o donde se encuentra el staff asignado a la Presidencia? Tratándose de la representación física del Poder de la República, tiene su importancia.
Porque cuando el Primer Mandatario participa de reuniones en alguna de sus habitaciones privadas, no se tienen registros de fotógrafos ni camarógrafos. De la versión recogida en la página de la Presidencia, se menciona que quienes le acompañan en estos encuentros son siempre las mismas y pertenecen a su primer anillo de colaboradores. Segunda duda: ¿no se supone que el Secretario Privado, el Asesor Jurídico o el Ministro Secretario de la Presidencia, deben estar atentos a TODAS las actividades del Presidente? Para aclarar la oscuridad: ¿porqué tiene que reunirse con funcionarios cuya misión es estar cerca de él, en todo momento? Este hecho y la falta de crónicas sobre las reuniones o de los temas que en ellas se tratan, permiten aventurar cualquier hipótesis: desde una amena ronda dejaguarete ka’a al borde de la cama; o de la misma inexistencia de la tal reunión.
No es el único ni el más alarmante detalle: En lo que se registra de las actividades del Presi, en ningún momento se han reportado reuniones con el pleno de su Gabinete. Es decir: con SU equipo de gobierno, a pesar de que en otras ocasiones se informa de encuentros con algún Ministro o un par de ellos. Conviene recordar a propósito, que un Gabinete es un colectivo de personas dotadas de gran experiencia y probada capacidad profesional para entender y dar solución a los problemas del área a su cargo. Y constituyen -de hecho- un Consejo de Estado para aportar ideas y propuestas en las demás áreas, colectivamente.
Primero, porque todas las Secretarías de Estado forman parte del Gabinete de Gobierno; segundo, porque el Presidente y sus Ministros estarían humanamente imposibilitados de solucionar individualmente, los inconvenientes que se les presentan todos los días. Y porque finalmente, los problemas no aparecen calendarizados ni por sectores. De manera que este Gabinete, actuando como tal y bajo la coordinación y conducción del Jefe de Estado (y ante una situación especial habrá lugar para convocar a otros “piensos”), no se omita de intentar conducirnos hacia la luz que debe estar brillando en un extremo de este ya largo túnel democrático. Porque cuando un Equipo no actúa o se disuelve en la inacción, todo se resigna ante la voluntad del que “sabe todo” y “puede con todo”. Fenómeno que empieza a notarse cuando las cosas se solucionan hablando solamente con el presidente y a sabiendas que no queda otro camino. La situación es estimulada por el mismo karai guasu y su club de las habitaciones privadas, los que sin brújula y a la vista del fin del mandato, imponen “la realidad” de la entrega de certificado$ o de las obras de progreso inauguradas éstas, con frenética secuencia. ¿Porqué nos extrañaría entonces la emergencia de incendios que se apagan al momento de declararse otros de mayor intensidad?
Es cuando a los simples electores se nos revela también -una vez más- que sigue vigente la llama votiva del coloradismo: “Stroessner, Paz y Progreso”. Pero sin proyecto de gobierno. O en todo caso, pretendiendo imponerse el ya conocido del de la continuidad. Como antes.
Por Jorge Rubiani.

Comentarios