El llamativo drama del “último ciudadano de la Unión Soviética”

La historia de Vasily Babina representa un “gris” de la burocracia, un vacío legal, una extraña forma de envolver la desgracia en un episodio tragicómico. Es la narración de un ciudadano de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que cumplió una larga condena en prisión, que fue liberado y vuelto a encarcelar por una extraña condición de su pasaporte: es nativo de un país que ya no existe. Vasily Babina fue detenido al mismo tiempo que obtener su libertad por haberse encontrado en el país de forma ilegal.

Del principio al final de la historia pasaron 26 años. En 1991, fue condenado por robo, asalto y asesinato, y encarcelado en una prisión de Yekaterinburg, en Rusia hoy, en la Unión Soviética de entonces. Vasily Babina inició su estadía en prisión meses antes de que se produjera el colapso de la URSS, antes de que la renuncia de Mijaíl Gorbachov decretara la extinción de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991.

Tras las rejas, el prisionero no pudo renovar su pasaporte: había nacido en Kazajistán, país que se separó de Rusia tras la debacle, y la cárcel se encontraba en territorio ruso. Las autoridades de Yekaterinburg inauguraron una paradoja sin precedentes. Vasily Babina era un ciudadano de pleno derecho de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas dentro de la coyuntura sociopolítica de aquella época. Pero cuando cumplió su condena, era un apátrida, un ciudadano de un país que no existe y que no había tramitado su nacionalidad kazaja. Mientras lo liberaban, lo volvieron a detener.

Fue formalmente considerado un apátrida por un juzgado tribunal de la ciudad, y trasladado a un centro de migración junto a otros inmigrantes ilegales. Por razones que se desconocen, las autoridades locales no quieren otorgarle la nacionalidad rusa. Kachanov, abogado del apresado, manifestó ante los medios rusos su desagrado con la medida irrisoria: “El Ministerio de Justicia ha decretado que no quiere que Vasily Babina permanezca en Rusia, pero no nos han explicado por qué”.

Vasily Babina fue oficialmente considerado un apátrida y trasladado a un centro de migración.

Vasily Babina será deportado antes de mayo a su nación de origen, Kazajistán. Las gestiones por establecer la nacionalidad del exconvicto ya han iniciado. Su intención, sin embargo, es reencontrarse con sus familiares que viven en Altai, en frontera con Mongolia, China y Kazajistán pero territorio perteneciente a la Federación Rusa.

Es la historia del “último ciudadano de la URSS”, tal como lo denominó la prensa local. El Departamento de Estado de los Estados Unidos estima que en el mundo permanecen con vida entre 3,5 millones y doce millones de personas que no pertenecen a ningún país que exista en la actualidad. El caso Vasily Babina promete sentar precedentes.

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