Está preso hace 43 años por homicidio: pide que lo maten o dejarle vivir en Paraguay

Fuente: Clarin.com

El diario Clarín de Buenos Aires, publica un material periodístico del expediente Robledo Puch. A continuación la nota.

“Prefiero que me maten a seguir preso”. La frase se la dijo Carlos Robledo Puch, el mayor asesino múltiple de la historia criminal de la Argentina, a su abogado defensor. Y no es la primera vez que el homicida que lleva 43 años preso le insiste a la Justicia que le otorgue la libertad o le cambien la pena por la “inyección letal”.

Robledo Puch actualmente está alojado en la cárcel de máxima seguridad de Sierra Chica, cerca de Olavarría. El 19 de enero cumplirá 64 años y unos días después, 44 de detenido. Según su abogado, José Luis María Villada -defensor general de San Isidro- está “harto”.

Robledo Puch actualmente está alojado en la cárcel de máxima seguridad de Sierra Chica, cerca de Olavarría. El 19 de enero cumplirá 64 años y unos días después, 44 de detenido. Según su abogado, José Luis María Villada -defensor general de San Isidro- está “harto”.
“Entre mayo y junio de este año, presentamos un recurso extraordinario de pedido de liberación por agotamiento de la pena y planteamos la nulidad de la reclusión perpetua. Al día de hoy no hemos tenido respuesta de la Justicia”, explicó Villada.

El defensor general de San Isidro insistió en que Robledo Puch cuenta con recursos económicos para poder vivir fuera de prisión: tiene un depósito a plazo fijo de la venta de propiedades heredadas de sus padres y pretende irse a vivir a Paraguay. Fue el hijo de su padrino quien le ofreció radicarse en ese país.

Ya en noviembre de de 2013 había presentado un escrito ante la Cámara de Apelaciones de San Isidro, donde pedía que le aplicaran la “inyección letal” si no lo daban la libertad. Encima, a principio de mes fue liberado César Humberto Ghirarte, quien mató a cuatro personas entre 1996 y 2008. Recuperó su libertad a pesar de que en 2010 lo habían condenado a perpetua.

“El Angel de la Muerte”, como fue bautizado por la Policía y la prensa de la época, cayó en 1972, acusado de una serie de homicidios cometidos en su mayoría contra serenos a los que asesinaba para poder robar. Fue juzgado y condenado a la pena de reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado por diez homicidios agravados, un homicidio simple, 17 robos y dos casos de abuso deshonesto.

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