Gran Gala Sinfónica Francesa

El célebre “BOLERO DE RAVEL”  marca la monumental cita para la gran “Gala Sinfónica Francesa”  de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA) en su 5to. Concierto del Ciclo de Abono,  bajo la dirección del maestro Luis Szaran y en el piano la talentosa  artista  Valentina Díaz Frenot, quien tendrá a su cargo la ejecución del “Concierto Nº 2 para piano y orquesta” de Camile Saint Saens. El programa se completa con “Orfeo en los infiernos (Obertura)” de Jacques Offenbach y “Juego de Niños” (suite) de Bizet.-

El evento es organizado en forma conjunta por la Dirección General de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Asunción y la Sociedad Filarmónica de Asunció y el apoyo cultural de la Embajada de Francia y la Alianza Francesa de Asunción.-

Las entradas pueden adquirirse en la Sociedad Filarmónica de Asunción, Cerro Cora 848 e/EE.UU y Tacuary, Tel: 492416 / 443774:  Platea y Tertulia: Gs. 25.000 –  Paraíso: Gs. 10.000.-

COMENTARIOS ACERCA DE LAS OBRAS

Jacques Offenbach (1819 – 1880)

Offenbach es el rey del mundo parisino de las comedias musicales, estrenando obras escénicas musicales breves muy ingeniosas cuyos textos humorísticos y pegajosas melodías harán furor en la época. En 1858 estrenó su obra máxima, la sátira mitológica “Orphée aux enfers” (Orfeo en los Infiernos), una deliciosa parodia donde hace mofa del mito de Orfeo, poeta y cantor, y de su mujer Eurídice. La obra es una sátira social, donde al novedoso personaje “La Opinión Pública” le cabe una participación destacada.  Pero no solo Orfeo es ridiculizado sino la producción completa de dioses griegos. Repleta de deliciosas incongruencias, la obra presenta a Júpiter, Venus, Juno, Cupido, Marte, Plutón, Diana, Mercurio, Minerva, Morfeo, y el infaltable Baco, en situaciones dispensadas de toda reverencia, cuyo clímax sobrevendrá al final cuando los dioses deban bailar un irreverente can-can, danza  practicada con ardoroso entusiasmo en los salones de baile de las clases populares parisinas, a mediados del siglo XIX.

Camille Saint-Saens (1835 – 1921)

Saint Saens fue un pianista fulminante y uno de los más grandes compositores de la época siendo un niño prodigio de gran fama. Como autor abarcó con éxito todos los géneros escribiendo desde exitosas sinfonías, conciertos y abundante música de cámara. En 1868 estrenó su “Concierto Nº 2 para piano y orquesta”  con Anton Rubinstein en la dirección y el propio autor en el piano. El concierto fue escrito en apenas 10 días de trabajo. La obra tuvo tanto éxito que se repitió varios días después con Rubinstein en el piano y el autor en el podio convirtiéndose en el más popular de sus conciertos.

Georges Bizet (1838   -1875)

Las composiciones de Bizet se distinguen por la elegancia, la vivacidad y sobre todo por la solidez de sus estructuras y la riqueza creativa de sus temas. Su nombre está ligado a Carmen, la ópera modelo del estilo francés aunque sus piezas orquestales brillan por su colorido orquestal y equilibrio formal. En 1874, al completar Carmen, había estado indispuesto por ataques severos de lo que describió como «angina de garganta». Tras un baño en el Sena, a primeros de junio, fue afectado por fiebre alta y dolores, seguido de un aparente ataque al corazón, cuando parecía que se recuperaba, sufrió un segundo ataque que terminó con su vida, a los 37 años. En 1871, recordando sus años de infancia escribió para piano a cuatro manos “Jeux d’enfants” una deliciosa sucesión de divertidas piezas que luego las orquestó.

Maurice Ravel (1875 – 1937)

Nuevamente es la España multicolor la que inspira a Ravel. Nació en 1928 la obra que habría de llevar como ninguna otra la fama de su creador alrededor del mundo; en efecto; pocas obras lograron un impacto tan completo, una adhesión tan entusiasta de todos los públicos. El Bolero es una composición lograda como pocas: sensacional en sus medios, calculada con la clara mente de un maestro supremo en el arte de la orquestación, arrebatadora en su ritmo sostenido y en su mágico crescendo que representa un caso absolutamente único en la historia de la música. Analizando esta obra de suprema fascinación tenemos que destacar que la temática del Bolero es la más simple que puede imaginarse. Un tema de dieciséis compases, esto es todo. El secreto de la magistral partitura no radica pues en la diversidad y quizá ni siquiera en la belleza temática. El efecto del Bolero está en el increíble refinamiento con que Ravel trata a cada uno de los instrumentos de su orquesta; los hace rendir a un máximo apenas conocido antes. Los reúne en colores y matices cautivantes. Y sobre todo, intenta un crescendo avasallante que dura literalmente desde el comienzo hasta el final de la larga pieza. Crea un ambiente electrizante; decir que hace – como un hipnotizador – levantarse de los asientos a su público, es poco.-

 

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