La Constituyente de Cartes

Creo que nadie en nuestro país quedó sin ser testigo presencial de cómo Horacio Manuel Cartes Jara, con el grupo que preside y dirige, logró que veintiséis senadores y cuarenta y cuatro diputados de todos los partidos, de centro, derecha e izquierda, se contradijeran, se desdijeran, se declararan oportunistas, con tal de obedecerle e implementar su plan, el de Cartes, de perpetuación.

Cartes fue capaz de hacer cambiar de posición, en pocos meses, a gente que durante once años sostuvo que la reelección vía enmienda era inconstitucional.

Ya antes, Cartes había logrado con igual eficacia que la convención de la Asociación Nacional Republicana (ANR, partido Colorado) cambiara los estatutos de la misma para permitirle a él, que nunca había votado en su vida ni se había afiliado, ser candidato presidencial colorado, nada menos.

Creo que cualquiera puede ver y entender que Cartes y el grupo que preside y dirige son muy eficaces a la hora de convencer a representantes del pueblo para hacer algo distinto a aquello a lo que se comprometieron a hacer.

Muchos dicen que Cartes y su grupo tienen ese poder de convencimiento porque Cartes habla como Demóstenes y Cicerón sumados o porque razona como Aristóteles y Descartes juntos.

Como nunca tuve el placer de escuchar a Cartes, ni en público ni en privado, exponer esas herramientas de convicción que le atribuyen, creo más bien que lo que Cartes y su grupo tienen es el sistema de listas sábana bloqueadas y cerradas y una enorme billetera, sin límites, que surge de la venta de cigarrillos en los mercados brasileño, colombiano y mexicano.

Ahora, los adelantados del grupo Cartes pretenden convencernos de que debemos elegir una Convención Constituyente en 2019 con esos instrumentos: Las listas sábana y la billetera sin límites de Cartes, para cambiar nuestra magnífica Constitución de 1992 que desde su puesta en vigencia tan eficazmente está impidiendo a los aspirantes a tiranos el logro de sus deleznables objetivos.

Según me admitió el propio Cartes en radio 9.70 AM, durante la campaña electoral para las elecciones de 2013, ya en ese entonces la venta de cigarrillos le daba una renta de cincuenta a sesenta millones de dólares por año.

Esa renta ha crecido en estos últimos años y está a disposición de Cartes para financiar a cientos de aspirantes a integrar las listas sábana de todos los partidos, así como ahora ya está financiando las candidaturas presidenciales de varios “opositores”.

El grupo Cartes pretende que se olvide cómo funciona el tema de las listas sábana: Los caciques políticos venden los lugares a quienes traigan plata o votos, mejor plata que votos. Cuanto más cerca del primer lugar de la lista se quiera estar, mayor debe ser la contribución económica.

Cartes, que ha podido convencer sin muchas dificultades a veintiséis senadores y a cuarenta y cuatro diputados de todos los partidos y de todo el espectro ideológico, no tendrá problema alguno en financiar a quienes se ofrezcan a los caciques de todos los partidos, de todo el espectro ideológico, para integrar las listas sábana en las elecciones para una Constituyente en 2019.

Tendremos entonces una Constituyente integrada supuestamente por todos los partidos de todo el espectro ideológico pero, en realidad, mayoritariamente financiada por el grupo Cartes.

Y veremos repetirse, en la Constituyente de 2019, la notable “rebelión” de liberales, comunistas, socialistas, conservadores y religiosos en contra de los compromisos que asumieron en campaña y en sus vidas para alinearse como velas al proyecto de carta política de Cartes, exactamente como vimos hacerlo a los veintiséis senadores y cuarenta y cuatro diputados: Sin vergüenza, sin escrúpulos, sin decencia, pero con plata.

Y veremos votar a dicha Constituyente de 2019 el esperpento autoritario que Cartes ya está anunciando en forma directa o por intermedio de su títere Santiago Peña, una carta política con un Ejecutivo hegemónico, un legislativo ornamental y un Judicial raquítico. Todo en el nombre de la paz y el progreso.

Es lo que ya hicieron José Félix Estigarribia en 1940 y Alfredo Stroessner en 1967.

Los paraguayos no debemos ser estúpidos y no debemos permitir la realización de una Constituyente sin una ley de financiamiento político que permita ver con rapidez y eficacia quién hace los aportes que los candidatos ingresan a las internas de las organizaciones políticas y sin desbloquear las listas sábana en las internas y en las nacionales.

Hacer una Constituyente sin esos instrumentos normativos es servirle en bandeja la dictadura a Horacio Manuel Cartes Jara que no por haber sido vencido en la enmienda perdió sus ambiciones tiránicas, sino que las alimenta más por el despecho que le generó su derrota.

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