Hitler hace cosas buenas

Berlín, 24 de diciembre de 1935

Querida Marlene, quería que sepas que me encontré con Mercedes y que estuvimos conversando sobre las cosas que están ocurriendo en nuestro país y que la vi como que simpatizando con el gobierno.

Hitler hace muchas cosas buenas, me dijo cuando le pregunté sobre la violación de la Constitución que hizo vía enmienda para romper el equilibrio de poderes por cuatro años.

Me dijo que Hitler organizó la atención para los ancianos y para la gente que sufre durante los inviernos, con el programa de “Trabajo de ayuda invernal” que garantiza, me explicó, la solidaridad entre todos los alemanes, beneficiando a casi diecisiete millones de personas en estado de necesidad.

Me contó que Hitler ama a los animales y que dictó leyes para protegerlos, especialmente la ley de Cacería, limitando esta actividad y creando protección para todas las especies animales de Alemania y la ley de Protección de la Naturaleza que protege a animales en vías de extinción como el lince eurasiático.

Me recordó además que Hitler está tratando de reducir el consumo de tabaco y que ahora ya no se puede fumar en las oficinas públicas, en el transporte público, en los campus universitarios, en las casas de retiro, en las oficinas de correos, en restaurantes y bares cerrados, en los hospitales ni en los lugares de trabajo y que organiza cursos en los que los médicos explican los peligros del tabaco.

Casi susurrando me contó que Hitler abrió un instituto de investigaciones tecnológicas en Peenemunde, donde se estudian los desarrollos de cohetes para alcanzar el espacio exterior, pero no se animó a contarme más sobre esto.

Mercedes está muy orgullosa porque Hitler ordenó construir un “Volkswagen”, un auto para el pueblo, con ayuda del ingeniero Ferdinando Porsche que solamente cuesta 990 marcos, que es el precio de una moto.

Y me hizo notar el tema de las autopistas, que ahora están cruzando toda Alemania para circular en auto con velocidad y con seguridad. Hitler ordenó, ya en setiembre de 1933, que todas las rutas principales de Alemania sean convertidas en autopistas. Ningún país del mundo tiene rutas como las autopistas que benefician a los alemanes me dijo Mercedes con una conmovedora sonrisa de satisfacción.

Me despedí de Mercedes preocupado porque el oficialismo pudo convencerla de que puede progresar sacrificando sus derechos.

 

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Berlín, 24 de diciembre de 1945

 

Querida Marlene, fui a visitar a Mercedes como me pediste. Se acordó mucho de nuestra conversación de hace diez años. Lloró. Se mostró muy arrepentida. Me admitió que cuando Hitler decidió hacer cosas que ya no le parecían correctas, se dio cuenta de que ella ya no tenía derechos. Le habían cambiado los derechos por autopistas. Cuando necesitó derechos para decidir su propio destino, Hitler ya no le permitió usarlos. Todavía no hablamos de los presos políticos. Todavía no hablamos de los torturados.

Pero creo que hay que hablarle de eso, creo que si Mercedes o cualquiera hubiera sabido que cuando violan la Constitución los que mandan pierden los límites no hubiera apoyado la enmienda.

 

 

 

Por Enrique Vargas Peña.

 

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