Teorías detrás de la existencia de sirenas

En la naturaleza pasó algo similar con una criatura misteriosa. No era una sirena convencional con el torso desnudo y una gran cola de pez que se mueve entre las aguas seduciendo marineros. En realidad, se trata de un simio acuático.

Ésta teoría fue sugerida por Max Westenhofer en 1942, sin embargo, fue hasta 1960, que el biólogo marino Sir Alister Hardy la retomó y tomó más auge. A pesar de ello, los estudios tuvieron que esperar hasta que la escritora feminista Elaine Morgan retomó la hipótesis de una forma considerada actualmente pseudocientífica; al desarrollar y promocionar la hipótesis en su primer libro sobre el tema, “The Descent of Woman” en 1972. Siguió con la misma línea es sus escritos posteriores “The Aquatic Ape”, The Scars of Evolution” y “The Aquatic Ape Hypothesis”.

Los indicios de que esto pudiera ser verdad recaen en la existencia de un antepasado casi inmediato del hombre, que habitaba la costa africana. La necesidad de conseguir alimentos y esconderse de depredadores los los orilló a sumergirse al mar, desarrollando partes del cuerpo que les ayudaran a sobrevivir en ambos ecosistemas. Sin embargo, se piensa que pudieron haber generado dos sub especies distintas, una terrestre y la otra más marina, es decir, anfibios.

Los argumentos principales de esta teoría involucran elementos físicos. La desnudez era la principal, ya que la mayoría de los animales marinos no tienen pelaje o es muy fino. Lo mismo ocurre con los animales que habitan cerca de ambientes acuáticos como hipopótamos o elefantes. Se piensa que tendría cabello similar al humano con el fin de que las crías se sujetaran de él cuando estuvieron dentro del agua.

Los seres humanos somos los únicos que andamos en dos piernas generándonos problemas de espalda y del sistema óseo en general. Los animales evitan cualquier tipo de molestia ósea andando en cuatro patas, incluso es de gran ayuda en las hembras cuando están por parir. El simio acuático al ser predecesor del humano, pudo haber sido bípedo. La diferencia es que en el agua su espalda se mantenía recta sin hacer esfuerzo como en la superficie.

existencia de las sirenas

Su respiración es clave. Los seres humanos y los animales acuáticos tenemos un sistema respiratorio similar que nos permite controlar la respiración a voluntad dentro de nuestro propio ecosistema. Él pudo tener la ventaja de habitar en los dos.

La grasa corporal pudo haber sido mayor en el simio acuático ya que al ser más parecido al ser humano, la conservaba hasta eliminarla con ejercicios o movimientos. Mientras que los mamíferos terrestres la hibernan y conservan hasta que es necesario. Cuando ya no la requieren, la expulsan.

Las lágrimas y la sudoración excesiva: estos procesos biológicos son consideradas como evidencia clara en favor de la hipótesis. Se piensa que el simio acuático tenía dedos pulgares e índice similares al del ser humano, que a decir verdad, en la tierra no le eran tan útiles como en el mar. En este lugar se desenvolvían con naturalidad y destreza, además de que los partos eran dentro del agua. Ésta puede ser una explicación a la habilidad (tal vez adquirida) que tenemos para movernos dentro del agua sin mucho problema.

existencia de las sirenas

Dentro de la teoría, existe un punto en el que se confirma que tenían un lenguaje propio, quizá no tan desarrollado como el de los humanos, pero sí muy complejo. Todas éstas suposiciones suenan muy lógicas si el simio acuático es antecesor casi directo del ser humano.

Sin embargo, los detractores de la teoría la descartan argumentando que no hay restos fósiles del animal, entre otras revocaciones como la que asegura que ningún mamífero acuático es bípedo y que existen muchos mamíferos con pelaje que pueden estar en dos ecosistemas diferentes, como las nutrias y castores.

La teoría fue dejada de lado, hasta hace unos años cuando diversos estudios sugirieron que en efecto, podrían existir animales acuáticos con lenguajes muy desarrollados y la evolución de las extremidades de algunas especies que pudieron convertirse es una cola de pez, como las sirenas de los cuentos. Entonces, ¿tú crees que esto puede ser posible?

 

  • Fuente: Cultura Colectiva.

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