Brevísimo Diccionario democrático “a lo Paraguay”

La frecuente confusión sobre el significado de vocablos utilizados casi mecánicamente durante el fervor de las concentraciones políticas, parece obligar la revisión de sus significados. He aquí algunos de ellos, por orden de alfabético aunque con distinto “orden de aparición” en la escena nacional:  

Ausentismo
Característica de los actos electorales y demostración del absoluto desinterés de la gente en la propuesta de los partidos y de los candidatos. El escasísimo porcentaje de votantes refiere generalmente, sólo el número de arreados o “convencidos” con alguna promesa económica o laboral; todo lo cual permite verificar la inutilidad del derroche publicitario. 

Cambio
Vocablo desvirtuado al punto que ha perdido su sentido. Hoy se embanderan con él, dirigentes que amenazaban con la hoguera a cualquiera que postulara “el cambio”. Mientras que los que siempre lo han demandado (los partidos de oposición), parecieran conformarse sin embargo con el papel de “furgón de cola” de quienes se han opuesto -siempre- a cualquier cambio. Hasta parecer desinteresados del compromiso y la responsabilidad de gobernar. 

Campaña electoral
Estado de excitación partidaria que comienza el 1º de enero y termina el 31 de diciembre de todos los años. La misma se traduce en polución ambiental (visual, auditiva y mental) en todos los rincones del país, además del nutrido intercambio de insultos entre los candidatos así como “revelaciones” sobre las virtudes mejor guardadas de cada uno de ellos.

Candidato
Sujeto que “gracias a los amigos” y suficiente dinero en alguna cuenta bancaria ventilada por los vientos del Caribe, se postula para algún cargo. Cada vez que lanza un discurso demuestra que su fortuna pudo provenir de cualquier medio que no tuviera que ver con el ejercicio del intelecto. Por lo que en vez de ideas, privilegia el insulto, la hostilidad hacia cualquier adversario y la descalificación absoluta para quien se atreva a retacearle su apoyo. Confunde desenfado con grosería, sentido del humor con mal gusto y se manifiesta chabacano hasta para sentarse. Se autocalifica “trabajador” o “del pueblo”, cuando no tiene remota idea de lo uno y de lo otro. Para esto último, ni siquiera puede ejercitar dos de los rasgos esenciales del paraguayo: la parquedad y el profundo sentido del respeto hacia el “tapicha” o semejante. 

Dirigente Partidario:
Operador político que adquiere impensada importancia en los tiempos democráticos. Esto deviene de las franquicias que otorga la Ley Electoral para que cualquier infradotado se postule a algún cargo electivo. Se trata generalmente de los mismos protagonistas de los tiempos de la dictadura (en favor o en contra). “La misma mula con distinto fraile” dirían los mejicanos. 

Elecciones
Jornada en que los operadores realizan la ingente tarea de “orientar” a sus adherentes sobre las complicaciones del voto. Para facilitarles el procedimiento, la asesoría incluye la papeleta marcada. Durante el viaje de vuelta a sus hogares, los votantes son agasajados con un asado. Los candidatos de menores recursos les obsequian unkit con pancho hervido, pan, una gaseosa de marca desconocida y de postre, una banana karape. Es el día en que también se suspenden los insultos entre los candidatos. Según el resultado de las elecciones, los mismos se reanudarían ni bien termine el acto comicial. 

Ideal
Antigualla de antigua prestancia y presencia en el diccionario local. En su reemplazo y para justificar cualquier militancia en los partidos, se utilizan eufemismos (en realidad “barbarismos”) tales como: “hay que ocupar espacios”, “no se puede remar contra la corriente”, “hay que ser agradecidos”, “hay que considerar la realidad” y largos etcéteras. También desapareció el relativo “idealista”. Como vocablo y como especie social. 

Lealtad partidaria
Expresión “comodín” de varios significados, entre los que podrían contarse: defender al partido de cualquiera que pretenda “echarlo del poder”; saber en qué momento abandonar la lista que se apoyara en las internas para sumarse a la lista ganadora; proteger y encubrir al correligionario acusado de actos de corrupción y, especialmente, cerrar filas en torno a cualquier líder (el “pato Donald o incluso el “noble jefe”) para mantener la supremacía del partido en el gobierno. Los alcances de este vocablo eran de propiedad exclusiva de la ANR. Tanto como lo son el “abrazo republicano”, la “unidad monolítica” o “…para un colorado no hay nada mejor que otro colorado” (prestado del peronismo duro), características de todo partido enemigo de la diversidad y, por lo tanto, recalcitrantemente fascista. La “virtud” es hoy compartida con el PLRA.

Listas cerradas
Procedimiento que demuestra irrefutablemente que la dirigencia política no concibe el futuro sin ellos. Que les importa un bledo de la juventud, de la renovación para el progreso, de la calidad política, del perfeccionamiento de la democracia y de las instituciones. Como consecuencia tenemos: nulo recambio; renovación cero; progreso imposible. Consagración absoluta de la mediocridad.

Listas abiertas
Procedimiento que permitiría la apertura del “mercado de pases”. Por lo que inevitablemente, los partidos saldrían a la caza de los mejores valores de la sociedad. Se privilegiaría la calidad moral y profesional de los candidatos y todo el sistema se renovaría continuamente. Es obvio que el mecanismo debe resultar poco atractivo para las “estructuras partidarias”; las que gracias al actual sistema, pueden seguir manteniendo la “sartén por el mango” y el guiso dentro de la sartén.

Luchador social
Nuevo nombre para un viejo vicio. Se define por tal, a la persona que por su vinculación con el poder puede conseguir atención médica gratuita, ocupación laboral, cubrir gastos de sepelio, financiar cumpleaños u obtener becas a cambio de que en las elecciones, los beneficiarios voten por el candidato que él indique. Suele financiar también “barras bravas”, patota que en sus horas de descanso (todas las del calendario a excepción de los días de fútbol), puede reforzar la concurrencia a las concentraciones, “apretar” a algún adversario político y hasta “convencer” a algún votante dubitativo. La “capacidad de gestión” del luchador social hace que pueda ser  promocionado hasta el envidiable puesto de operador político. Actividad de tiempo completo en la “atención de las necesidades de los correligionarios”, pero de gran rentabilidad a la hora del reparto de prebendas. 

Sufragio
El acto de depositar un voto (o varios) durante la elección del, o los candidatos. Generalmente se desarrolla sin problemas. Éstos aparecen recién durante el conteo de votos dependiendo de la tecnología en uso. Pues se lo hace rápido y mal si es con urna electrónica; y lento y mal si es con papeletas. El factor común del procedimiento es que todos desconfían de todos. Exactamente como ciertos dirigentes de fútbol que recusan a algún árbitro porque en algún partido anterior, ellos mismos ya lo habían sobornado. 

Transición
El Diccionario “de verdad” dice que el término refiere “la acción y efecto de pasar de un modo de ser a otro distinto”. Que es “el paso gradual de un orden a otro”. Y aunque muy usado, nada de lo que sucede en Paraguay se parece a dicha definición. Por el contrario, la “transición” ni ha significado cambios ni ha hecho que alternen partidos en el gobierno. El fenómeno ha convertido al nuestro en el único país en el que se mantiene el mismo partido en el poder después del advenimiento de las democracias. La misma nucleación de “hombres libres” que consagró “único líder” al Dictador defenestrado. 
 
Las definiciones que anteceden refieren esencialmente los hábitos operativos de los partidos tradicionales, con claras tendencias de manifestarse también en los otros.
Por Jorge Rubiani.

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