“Tendría que ser un honor ser policía, pero acá se lo toma como una carrera rápida”, lamenta padre de víctima de procedimiento policial irregular

Ante un nuevo caso de policías "gatillo fácil" ocurrido en San Lorenzo el pasado fin de semana, hecho que arrojó como resultado un niño de 6 años baleado, Richard Pereira, cuyo hijo quedó parapléjico a raíz de un procedimiento policial similar en 2016, lamenta que, a cuatro años de ocurrido el suceso, los agentes sigan siendo formados prácticamente sin evaluaciones psicológicas.

Foto: Gentileza.

“Otra vez nos encontramos con la brutalidad policial, una vez más pasa lo mismo y encima esta vez con un niño inocente dañado”, expresó Pereira en diálogo con La Unión.

Expresó que enterarse del caso, ocurrido el sábado por la noche en San Lorenzo, fue como “rememorar todo lo que pasó con mi hijo aquella vez”.

Consultado sobre qué cambió en cuanto a procedimientos policiales desde lo ocurrido con su hijo hace cuatro años a hoy día, dijo que lo único que se puede ver son menos barreras ilegales. En ese sentido, aseveró que el principal problema radica en la formación de los agentes en la escuela policial.

“Tendría que ser un honor y costar mucho ser policía, pero acá se lo toma como una carrera rápida para salir adelante”, dijo Pereira, añadiendo que formación física y, especialmente, psicológica es urgente para estos agentes.

El caso del sábado

Un niño de 6 años resultó herido de dos balazos luego de una persecución policial al vehículo que era conducido por su padre registrada en la ciudad centralina de San Lorenzo el pasado sábado. Dos policías se encuentran detenidos por el caso y se hallan imputados por homicidio doloso en grado de tentativa, entre otros.

El caso de Pereira

Según los relatos de la víctima y la carpeta fiscal, Richard se dirigía a su casa cuando una patrullera con luces apagadas comenzó a perseguirlo. El joven fue interceptado en las calles 24ª Proyectada y Paí Pérez, en el barrio Roberto L. Petit de Asunción.

En la noche del 13 de agosto del 2016, Richard descendió de su vehículo con las manos en alto y el suboficial Johnhy Orihuela, acompañado por el comisario Jorge Zárate, lo tiró al suelo, obligándolo a que se ponga de rodillas, para luego dispararle directamente en la nuca. El balazo lo dejó parapléjico, con una discapacidad motriz irreversible de 82%.

Los policías no contaban con que todo iba a quedar grabado en imágenes de cámaras de seguridad adyacentes al lugar de lo ocurrido.

Finalmente, tras una investigación del Ministerio Público, el comisario Jorge Zárate y el suboficial Johnny Orihuela fueron condenados a 11 y 20 años de cárcel, respectivamente.

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